Verás, en esta página van a pasar dos cosas:

Vamos allá.

En el 2006 mi pareja y yo montamos una empresa.

Como suele ser lo común, al principio lo hacíamos todo él y yo, hasta que empezamos a crecer y el volumen de trabajo se nos fue de las manos.

Así que (ufff…) llegó el temido momento de contratar personal.

Fue un verdadero desafío, porque nos dimos cuenta de lo difícil que era encontrar personas afines a nuestra manera de trabajar, que estuvieran equilibrados con nuestros valores y que les gustase lo que hacían.

Pero no teníamos tiempo para probar, así que fuimos confiando en aquellos que llegaban a nosotros mientras seguíamos atendiendo clientes.

Formamos un equipo pequeño de 5 personas y eso nos dio un respiro durante algún tiempo.

Hasta que, sin saber muy bien cómo, todo aquello comenzó a oler a chamusquina.

Resulta que el no haber puesto límites claros desde el principio y el no saber elegir bien a nuestros candidatos fue lo que provocó que en el equipo hubiera carencias de disciplina, comunicación y lealtad.

De repente, nos vimos con un equipo que se había vuelto en nuestra contra.

Pero no me malinterpretes, no estoy echando balones fuera.

La responsabilidad de que esto pasase de esta forma siempre fue nuestra porque, aunque tuviéramos las mejores intenciones, no estábamos actuando como verdaderos líderes.

Por eso siempre digo que la gestión de personas es la parte más complicada de una empresa.

Es lo que te pone contra las cuerdas y lo que te hace aflorar todas aquellas inseguridades que no has trabajado previamente.

Y es por este motivo por lo que yo me terminé desbordando.

Si por liderar tu empresa renuncias a tu felicidad, es que hay algo que no está funcionando como debería.

Esta situación me provocó una gran crisis personal.

Dejé de ser yo misma.

Dejé de sonreír.

Estaba tan sobrepasada que ya ni siquiera disfrutaba del tiempo que pasaba con mis hijos ni con mi pareja porque no dejaba de darle vueltas al trabajo.

Ahora mi empresa, la que había levantado con mis manos, me perseguía día y noche en mis pensamientos como una gran nube negra.

Pero… ¿Sabes qué fue lo que me sacó de ese bucle?

La muerte.

No la mía, no te creas que estas líneas están escritas por un ser de luz.

No.

Fue la muerte de mi suegro la que me noqueó y me hizo quitarme la venda de los ojos.

Un ictus se lo llevó de un día para otro y yo solo podía pensar…

“¿Estaba siendo realmente feliz?”
“¿Se habrá ido estando pleno con su vida?”
“¿O le hubiera gustado vivirla de otra manera?”

Eso me atormentó durante un tiempo, porque si en algún momento a la señora de la guadaña y la túnica negra se le ocurría venir a buscarme, yo no estaba orgullosa de cómo estaba viviendo la vida hasta ese momento.

Me dio vértigo darme cuenta de esto.

Fue el clic que me llevó a decidir dejarlo todo.

Di un giro de 180º a mi vida y busqué dedicarme a algo que realmente me apasionara y que me sacara una sonrisa natural a diario.

¿Fue fácil?

Ni de coña.

Pero si volviera atrás, repetiría de nuevo.

Ser empresaria deja huella en la vida de otras personas, pero la más importante siempre es la tuya

Para ser una mujer exitosa, feliz y empoderada primero tienes que revisar cuáles son tus valores y aprender a respetar tus ritmos.

Debes estar en sintonía con aquello que te hace feliz.

De nada sirve tener un gran equipo de personas y facturar siete cifras al año si mientras lo haces te pierdes vivir tu vida, ¿no crees?

Esto es lo que dicen después de trabajar conmigo.

“¿Sabías que los valores son esa brújula que te guía, aún en tiempos cambiantes? GRACIAS Marta, para mí este taller ha significado un antes y un después. Me di cuenta de que no iba tras mis valores principales y que, tenerlos como foco, es primordial para salir adelante. Para mí ha sido un regalo y además uno de esos que te llevas contigo siempre. Hacer un análisis de tus valores antes de cualquier decisión y momento que estés viviendo en tu vida, te muestra el camino”.

Maty Laiton – Pinterest Manager

“Ha sido revelador conocer mejor mis valores y, sobre todo, cómo un valor que puede entenderse normalmente como positivo para mí puede significar todo lo contrario. Algo que nunca me había parado a pensar ni a valorar antes de hacer el taller. Me hizo pensar mucho sobre las pocas veces que tenemos en cuenta nuestros valores en el día a día y en nuestras acciones, y al trabajarlos en el taller nos hace crear consciencia de ello. Estoy feliz de tener más presentes mis valores, conocerme mejor y tener más conciencia de ellos tanto para mi vida personal como para la profesional”.

Y hablando de valores… estos son los míos:

Estos 6 valores son los cimientos de mi programa

Empresaria 3.0

Un proceso de acompañamiento individual de 12 semanas de duración en el que te llevo de “el estrés de mi negocio me está quitando las ganas de todo” a “me siento feliz y equilibrada entre mi vida personal y profesional”.

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